El deporte más suave

El “Agility” consiste en pruebas de velocidad y, como el nombre sugiere, agilidad de sus participantes: los perros. Los circuitos tienen una variedad de componentes, como por ejemplo las vallas, el balancín, la rueda, el muro, el túnel flexible, la pasarela, entre otros. Aunque dichos obstáculos no son extremadamente difíciles, los perros deben entrenarse por mucho tiempo; de igual forma, deben ser conducidos por su entrenador a través del circuito, lo que significa que tanto perro como entrenador deben trabajar juntos para lograr un buen resultado, lo cual, naturalmente, lleva a un fuerte lazo entre ellos.
Cabe aclarar que el agility no es, de ninguna forma, perjudicial para el animal. Al contrario, a muchas razas de perro les beneficia, pues les ayuda a descargar su energía de forma saludable y entretenida.
En términos de raza, cualquier perro puede entrenarse para participar en competencias de agility; a lo largo de la historia de este deporte, han habido gran diversidad de competidores como Collies de la frontera, Pastores Alemán e incluso Pomeranians. La raza no es impedimento para concursar en agility, siempre y cuando el perro lo disfrute y se beneficie del deporte.
El agility llega a América en 1986 a través de Kenneth Tatsch, sin embargo, es hasta 1994 cuando un grupo de aficionados en Toluca, así como un grupo veracruzano, le abren paso a este deporte en México. En 1999, con la ayuda de organizaciones como la AKC (American Kennel Club) y la FCM (Federación Canófila de México) se crea un reglamento de agility para México, haciéndolo un deporte oficial. Actualmente el agility existe en la mayoría de los estados de la República.
El agility es una actividad divertida tanto para el entrenador, el animal y la audiencia; basta con ver competencias para asombrarse de la habilidad de los participantes. Este deporte no sólo combina diferentes obstáculos a superar; también combina fuerzas entre el humano y su mejor amigo, el perro.