Maria Alyokhina, líder del grupo Pussy Riot, escapa de Rusia para continuar con su activismo

Después de más de 10 años de ser penalizada por el gobierno ruso por sus explícitas denuncias hacia la corrupción de los grupos de poder en el país, Maria Alyokhina, la líder de la colectiva de performance feminista/banda punk llamada Pussy Riot, logra escapar de Rusia tras haber sido sentenciada por sus protestas en contra de la invasión a Ucrania.
Originarias de Moscú, Pussy Riot comenzó en 2011 como un grupo de performance artístico callejero llamado Voina, el cual se conformó por aproximadamente 11 mujeres que se alternaban constantemente entre ellas. Portando pasamontañas y siguiendo el ejemplo de la colectiva feminista Guerrilla Girls, el grupo intervenía los espacios públicos para protestar contra las leyes de su país que eran discriminatorias hacia las mujeres.
Pero no fue hasta un año después, en febrero de 2012 cuando las noticias cubrieron el arresto de tres de sus integrantes por haber montado un performance en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú a modo de protesta tras la reelección del presidente Vladimir Putin que el grupo adquirió fama mundial.
Su protesta atacaba tanto al gobierno de Putin como a la Iglesia Rusa Ortodoxa con la intención de denunciar la relación corrupta entre ambos. En el performance, Maria Alyokhina, Yekaterina Samutsevich y Nadezhda Tolokonnikova tomaron el altar de la Iglesia para actuar una plegaria con tono humorístico a la Virgen María, rogándole que quitara a Putin del poder.
Acusadas de vandalismo, las tres enfrentaron una sentencia de dos años de prisión.

Después de ese hito en su vida como activista, Maria Alyokhina fue encarcelada seis veces más en un intento del gobierno por frenar su creciente influencia en torno al activismo político que ejercía.
“Tienen miedo porque no pueden controlarnos”, dijo una vez que arrestaron tanto a ella como a Lucy Shtein, su novia e igualmente integrante de Pussy Riot, por criticar en Instagram a Aleksandr Lukashenko, dictador bielorruso y aliado de Putin.
A pesar de todos los arrestos que ha vivido, Alyokhina nunca ha dejado su lucha.
Sin embargo, la situación se complicó gradualmente durante estos últimos meses de aislamiento cibernético por la guerra, ya que Putin ha implementado medidas más severas a quienes se oponen a la invasión a Ucrania. Alyokhina, quien ya se encontraba en arresto domiciliario, fue sentenciada nuevamente a una colonia penal. Al darse cuenta que no iba a lograr actuar desde su país, logró partir de Moscú, aunque ya formaba parte de la lista de “personas buscadas”, encubierta como repartidora de comida.
Con ayuda de sus amistades y aliadxs, Alyokhina consiguió cruzar la frontera entre Bielorrusia y Lituania. Admitió que el haber logrado cruzar la frontera rusa demostró lo caótica que es la ley en Rusia.
“Desde aquí parece un demonio enorme, pero está muy desorganizado si miras desde adentro”.
Como lxs miles de rusxs que han huido de su país desde que comenzó la guerra, Alyokhina llegó a Vilna, donde se encontró con Shtein, quien también había huido recientemente. Por ahora, se encuentra en Reikiavik, Islandia.
En su última entrevista junto con una colectiva en Vilna declaró lo siguiente:
“Ya no creo que Rusia tenga el derecho a existir. Incluso antes, persistían las preguntas sobre cómo se mantiene unida, sobre qué valores la unían y hacia dónde se dirige. Pero ahora ya no creo que sea una cuestión”.