Opinión – ¿Por qué hay tantos perros y gatos en las calles?

Caminando por la calle, es probable que te encuentres con un par de perros durmiendo sobre la acera, otros quizás jugando y correteándose entre ellos, incluso puede que encuentres alguno que otro disfrutando de la resolana del medio día. También es probable que te encuentres uno que otro gato, de esos que sólo se asoman cuando ven comida cerca y que huyen cuando te acercas demasiado. Estos animales se han vuelto parte de nuestra escena cotidiana, son parte de nuestra comunidad y de nuestra ciudad. Pero ¿por qué hay tantos perros y gatos en las calles?

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en México hay alrededor 23 millones de mascotas, sin embargo, el 70% de los perros y gatos se encuentran abandonados. Este número tan elevado puede atribuirse a múltiples factores sociales, culturales y económicos de nuestra sociedad mexicana. La falta de responsabilidad de les dueñes, en primera instancia, es una de las principales razones. No existe una cultura que fomente la adopción consciente y responsable. Esto ha permitido que gran parte de las mascotas adoptadas o compradas terminen siendo abandonadas a menos de un año desde su llegada al hogar. Pero ¿a qué se debe esta falta de conciencia en cuanto al lugar de las mascotas en las familias?
En primer lugar, considero importante cuestionar de dónde surge nuestra necesidad de tener mascotas en nuestras casas. Para comprender la relación simbiótica entre seres humanos y animales domésticos, podemos remontarnos a las primeras sociedades. Desde que los humanos aprendieron a domesticar algunas especies animales, se ha forjado una estrecha relación entre ambas partes, pues la misma parte de un sentido de supervivencia. La conciencia de necesitar a otros actores para sobrevivir llevó a considerar a estos animales como parte de las comunidades. Sin embargo, incluso dentro de los animales domésticos encontramos diferencias en el trato que reciben y en el lugar que pueden ocupar en la sociedad. Así, para fines de este artículo, distinguiré entre tres categorías dentro de los animales domésticos: animales ganaderos, animales de carga y animales de compañía.
El primer grupo se refiere a todas las especies animales cuya domesticación tiene una razón consumista. Las vacas, las gallinas, los cerdos, las abejas, las ovejas y las cabras son algunos de los ejemplos arquetípicos de esta categoría. Asimismo, todas estas especies comparten una característica común: su domesticación resulta en producción. La razón de domesticarlos proviene de los productos que se obtienen de ellos, ya sea leche, huevo, miel o carne. No obstante, al ser considerados como entes productores, se objetiviza a los animales ganadores, despojándoles de toda noción de inteligencia o conciencia. A pesar de que múltiples académiques –como la zoóloga y etóloga Temple Grandin– han demostrado que esta perspectiva es errónea, demostrando que las vacas y los cerdos tienen una capacidad intelectual y de empatía mayor respecto a otros animales, la industria ganadera se ha encargado de desensibilizarnos para justificar su consumo.

El segundo grupo, los animales de carga o animales de tiro, lo entenderemos como aquellas especies cuya domesticación se ha aprovechado para convertirlos en medios de transporte. Los caballos, los burros, las mulas, las llamas e incluso los camellos entran en esta categoría. De manera similar al primer grupo, su domesticación tiene un propósito consumista. Los humanos se apoyan de esta clase de animales para recorrer grandes distancias o para trasladar objetos pesados. Asimismo, al ser vistos como medios de transportación, se les despoja de toda conciencia. No son vistos como seres vivos, sino como vehículos. Sin embargo, entre las especies de esta categoría, el caso particular de los caballos resulta distinto. A diferencia de otros animales de carga, los caballos no sólo son un medio de transporte, sino que se les ha dado también un lugar en espacios deportivos y recreativos. Asimismo, dentro de esta categoría, los caballos son los que tienen una mayor tendencia a ser personificados, es decir, a que se les atribuyan características humanas, como lo vemos en innumerables películas, novelas e incluso videojuegos. Esta relación personal con los seres humanos ha permitido que algunos caballos puedan considerarse más como animales de compañía que como animales de carga.

Finalmente, la categoría de animales de compañía o mascotas refiere a las especies cuya domesticación tiene por objetivo, tal como el nombre lo indica, acompañar al humano, ya sea en un contexto hogareño o de caza. En este grupo encontramos a perros, gatos, algunos tipos de roedores, especies pequeñas de aves y reptiles e incluso algunos tipos de arácnidos. Lo que caracteriza a esta categoría es la relación que se crea entre dueñe y mascota, pues esta lleva a personificar a estos animales. Muchas veces, las mascotas trascienden de su percepción como simples animales y se les considera como un integrante más dentro de una familia humana. Aquí es donde radica la principal diferencia entre este grupo y los dos anteriores: a los animales de compañía se les percibe como seres conscientes, se reconoce su inteligencia y se les ve como iguales. ¿Cuántas veces hemos asumido los pensamientos de nuestro perro tan sólo con una mirada? ¿Cuántas veces no hemos señalado a la gata de maliciosa porque en sus ojos se le ve lo traviesa? ¿Con cuánta seguridad afirmamos que nuestras mascotas tienen la consciencia e inteligencia suficiente como para entendernos? ¿Es que acaso la inteligencia de los animales de compañía es superior a los de todos los demás animales?
Es el vínculo afectivo que se desarrolla entre la mascota y su dueñe el responsable del trato y la posición que se les da a estos animales en nuestra sociedad. Su compañía en nuestros hogares, así como en contextos deportivos o de caza, los han llevado a gozar de una posición aparentemente privilegiada frente a otras especies animales. Los perros, por un lado, han sido apodados como “el mejor amigo del hombre”. Su grado de personificación es tal que incluso llegamos a vocalizar y tratar de interpretar sus pensamientos. Los gatos, por su parte, ya desde el Antiguo Egipto eran venerados como dioses. Pero ¿por qué si son personificados a tal nivel continúa al alza la tasa de abandono?

La respuesta a mi cuestionamiento remite a la razón misma detrás de la domesticación. Los animales domésticos son, antes que nada, propiedades. Su relación con los seres humanos parte de la necesidad de estos de sobrevivir, por lo que los animales resultan sólo un medio por el cual se asegura la supervivencia. Esta concepción tiene sus orígenes primeramente en el fundamento de los modos de producción. De manera muy simplificada, podemos señalar que la base de toda sociedad es el asegurar la supervivencia de una comunidad y de sus componentes individuales, por lo que gran parte de los sistemas económicos que se establecieron a lo largo de la historia giran en torno a este primitivo sentido de supervivencia. Por ello, surge la necesidad de reclamar la posesión de los bienes que garanticen nuestra vida. Aunque este entendimiento de la propiedad estuvo presente desde las primeras sociedades, fue hasta el surgimiento del capitalismo que la noción de la propiedad cobró relevancia, y se volvió imperante el protegerla y acumularla.
Es en este punto en el que la domesticación de los animales tomó un tinte consumista. Ya no se domesticaba a los animales para sobrevivir, sino para poder acumular riqueza. Esto ocasionó la objetificación de los animales domésticos, pues dejaron de ser la base de la supervivencia a ser simples medios por los cuales se generaba riqueza. Es a partir del pensamiento capitalista y consumista que se busca categorizar a los animales dependiendo del beneficio que proveían. Aunque existen excepciones, la amplia mayoría de sociedades han aprovechado esta concepción capitalista para justificar la domesticación, el maltrato y el consumo de estos animales. Incluso en la actualidad se nos ha infundido la creencia de que el consumo de algunos productos de origen animal como el huevo o los lácteos son fundamentales para una dieta balanceada. Sin embargo, múltiples estudios han demostrado que en la mayoría de los casos se tratan de mitos y propagandas falsas para justificar el consumo y la existencia de la industria ganadera.

Respecto a los perros y gatos, los efectos de la ideología capitalista tuvieron también fuertes repercusiones. La vasta diversidad de razas tanto en perros como en gatos proviene de un largo proceso de crianza selectiva orquestado por las clases altas y burguesas que querían modificar la apariencia y la estética de los animales de compañía. A través de la crianza selectiva, se moldearon a las distintas especies dependiendo de las necesidades de sus dueñes, de ahí que tengamos perros de guardia, de asistencia, de pastoreo, de carrera y de lujo. Razas de perros como los Pug, Bulldog y Boxer, y algunas razas de gatos como el gato persa o el gato himalayo, son ejemplos vivientes de la crueldad humana y de la objetivización de las mascotas. Su rostro plano y nariz chata se han obtenido gracias a la reproducción selectiva, sin embargo, a pesar de considerarse como atributos estéticos, para estas especies significan grandes dificultades para su salud. Las especies de perros y gatos braquicéfalos sufren de complicaciones médicas debido a las constantes obstrucciones de sus vías respiratorias. De este modo, podemos entender a cada una de las variedades y especies de perros y gatos como un capricho de los seres humanos. Al entender a las mascotas como un reflejo del capricho humano, se comprende la razón detrás de la gran cantidad de animales abandonados.
Aunado a lo anterior, el capitalismo del siglo XX contribuyó en gran parte a este problema. El expansionismo estadounidense influyó fuertemente en la cimentación de la imagen de la familia nuclear heteronormada convencional. En este modelo prototípico se representó a la mascota como un miembro más de la familia. De este modo, se volvió imperante para la sociedad el cumplir con el arquetipo. Miles de familias en occidente buscaron replicar tal modelo, por lo que la demanda de perros y gatos llevó a la sociedad capitalista a la deplorable práctica de la compra y venta de animales. Del mismo modo, se crea la nueva categoría de perros y gatos “de raza”, atribuyéndole un alto valor a la pureza de la raza en las mascotas.

Así, muchas mascotas fueron compradas por padres y madres de familia para cumplir no sólo con el capricho de sus hijes, sino que también con la presión de la sociedad capitalista. El problema radica en que, en estos casos, la adopción de las mascotas es impulsiva. Al no tener conciencia respecto a la responsabilidad que implica tener una mascota, ocurre un desencanto cuando se enfrentan con la realidad de ser dueñes. Muchas personas creen erróneamente que una mascota no tiene tantas necesidades y que no representa un reto tan grande como el de criar a une niñe. Sin embargo, un perro o un gato requiere la misma cantidad de atención, afecto e inversión que un ser humano. Al no reconocer su responsabilidad ni el valor de la vida de estos animales, compran o adoptan a las mascotas sin prepararse para brindarles una vida digna. Por ello, en cuanto el perro o el gato representa más una responsabilidad que un divertimento, los abandonan, pues nuestra cultura consumista nos dice que siempre habrá otro cachorro o minino más lindo y pequeño que lo reemplace.
Pero ¿qué puede hacerse para contrarrestar y frenar el alza del abandono a mascotas? En primer lugar, debemos cuestionar la concepción que tenemos sobre los animales de compañía. Por una parte, debemos parar con la objetivización y mercantilización de los animales. Lugares como criaderos clandestinos violentan a perras y gatas sólo para lucrar con sus crías, las cuales son vistas no como seres vivos, sino como mercancías. El permitir las prácticas de compra y venta de animales fomenta la violencia y el maltrato animal, además de generar una mayor sobrepoblación de perros y gatos. Por ello, al promover la adopción, detenemos todo comercio con vidas animales, garantizando un trato digno para ellas.

En segundo lugar, debemos reconocer la responsabilidad que representa adoptar a un animal de compañía. Siendo seres vivos, tendrán necesidades que debemos estar preparades para cubrir. Desde la compra de alimentos, las visitas al médico, las vacunas, los baños, e incluso los juguetes, al adoptar un perro o un gato debemos poder brindarles todo lo que necesitan, así como estar dispuestes a darles el tiempo y la atención que se merecen. Finalmente, cuando queramos una mascota, démosle la oportunidad a perros y gatos fuera del modelo prototípico de encontrar un hogar. Perros y gatos mayores suelen vivir el resto de sus vidas en albergues y en las calles, pues se nos ha infundido la idea de tener una mascota desde cachorro para verlos crecer. Sin embargo, un animal mayor nos podrá brindar el mismo nivel de afecto y gratitud por abrirles las puertas de nuestro hogar y corazón.
Debemos educarnos y educar a otros para generar conciencia y cortar de raíz el problema del abandono de perros y gatos. Promovamos la adopción responsable y consciente, para beneficio de las mascotas y nuestro. Lugares como el albergue Los Angelitos de Pedro que trabajan activamente para darles una segunda oportunidad a los perros y gatos abandonados pueden ser nuestro punto de partida para generar una diferencia. Ya sea que nos ofrezcamos de voluntaries, que donemos a albergues y refugios, que adoptemos, o que difundamos información a otres para que puedan apoyar. Podemos ser parte del cambio para un mejor mundo para nosotres y nuestras mascotas.
.
.
.
Esta entrada forma parte de “Desde mi cuarto propio”, una columna feminista escrita por nuestra periodista Sofia Soto. Les invitamos a seguir su trabajo en las secciones de Movimientos Sociales y Política Nacional, así como a dar click en la etiqueta “DesdeMiCuartoPropio” al final de esta nota para leer más entradas de la columna.
De igual manera, les recordamos que, durante todo el mes de Mayo, Apalancado estará colaborando con el albergue de mascotas “Los Angelitos de Pedro” para promover la adopción de animales sin hogar.
No se pierdan todos los posts de esta campaña escribiendo #Adopción en el buscador de Apalancado.com.mx o dando click en la etiqueta con el mismo hashtag al final de esta nota.
Para mayor información sobre la adopción, les invitamos a visitar las redes sociales del albergue:
Facebook:
https://www.facebook.com/profile.php?id=100081214812372
https://www.facebook.com/soriano.brioso”>https://www.facebook.com/soriano.brioso
Instagram: @briosso_angel_dogs
¡Muchas gracias al albergue “Los Angelitos de Pedro” y a sus voluntarias por la gran labor que están haciendo! Trabajemos juntos por un hogar digno para las mascotas del mundo 🐶🐱🌎