10 de diciembre de 2023

Apalancado

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Protestas de la Historia: La Plaza de los Mártires de Beirut

Destacándose por ser el sitio predilecto por los protestantes que, desde el año pasado, exigen una reforma incluyente en la política Libanesa, la Plaza de los Mártires es un espacio de libertad de expresión. Marcado por las trágicas ejecuciones del 6 de Mayo de 1916, ahora carga un importante mensaje de autonomía y tolerancia para la gente de Beirut.

La Plaza de los Mártires se encuentra en el centro de la ciudad de Beirut, Líbano. Es un espacio público rodeado por la Avenida de los Mártires (una de las vías más importantes), la mezquita de Mohammad Al-Amin (a la derecha en nuestra foto de portada) y la vieja sala de Ópera de la ciudad. También conocida a lo largo de la historia como “Al Burj”, en ésta plaza se encuentra el Monumento de los Mártires (escupido por el artista italiano Marino Mazzacurati) en memoria de la masacre cometida allí durante la Primera Guerra Mundial por el Imperio Otomano.

Los Mártires de la Revolución Árabe

Desde 1516 y hasta la Primera Guerra Mundial la mayoría de los países árabes del mediterráneo formaban parte del entonces Imperio Otomano (hoy Turquía). Bajo éste dominio, los países fueron obligados a reprimir su cultura para adaptarse a la lengua y tradición turca, además de alejarse de la modernización que caracterizaba al mundo occidental y de una política secular (basada en la razón) en vez de religiosa ortodoxa. Los primeros en levantarse en contra del régimen fueron estudiante e intelectuales de Estambul que, buscando la disolución del imperio, iniciaron una serie de protestas conocidas como La Revolución de los Jóvenes Turcos (1908). Más tarde éste movimiento se extendería por Líbano y Siria.

Pequeños grupos de resistencia, como la Sociedad Reformista de Beirut (fundada por el político Salim Al Salam en 1912), se reunieron al llamado de Al-Fatat (“Sociedad de Jóvenes Árabes”) en París para discutir sus peticiones hacia los otomanos. Formando así el Congreso Árabe de 1913, donde se acordó que se exigiría la autonomía de cada nación (junto con la libertad de promover su cultura, su idioma, y la libertad de culto) cambiando a los jefes de estado por ciudadanos de la región en vez de líderes otomanos. Se especificó además que la autoridad del imperio únicamente sería reconocida en tiempos de guerra, durante los cuales los otomanos podrían volver a tomar los cargos políticos que tenían en las naciones árabes. El fin del Imperio Otomano parecía estar cada vez más cerca.

Buscando aumentar su influencia, el Imperio Otomano se alió a Alemania y a los países de la Triple Alianza en 1914 para entrar a la Primera Guerra Mundial. Enfrentando dificultades más grandes, como la lucha contra Inglaterra por el Canal de Suez en la parte egipcia del imperio, los otomanos impusieron un nuevo líder sobre los territorios de Siria, Líbano, Israel, Palestina, Jordania, parte de Turquía e Iraq (que en conjunto eran llamados La Gran Siria): Jamal Pasha (también conocido como “el carnicero”).

Después de haber perdido el Canal de Suez en 1915, Pasha bloqueó toda conexión con el exterior para impedir el envío de suministros y mercancías hacia Europa. Sin embargo, esto también hizo que los limitados recursos se fueran acabando en los territorios de la Gran Siria. Líbano (la principal nación comerciante del mediterráneo) fue quien más sufrió, pues vulnerable ante la hambruna y las plagas más de un cuarto de su población falleció durante el bloqueo.

Cansados de la situación en la que vivían, los activistas árabes buscaron apoyo internacional y se reunieron con el congreso francés en Beirut. Forjando una alianza con ellos, Francia e Inglaterra prometieron la independencia de los territorios si las uniones nacionalistas se levantaban en armas contra Pasha. Sin embargo, la verdadera intención de las naciones europeas era dividir a la Gran Siria para repartirse sus territorios, por lo que años después Siria se volvería un territorio británico y Líbano una colonia francesa. Ésta nueva distribución fue aceptad por ambos países en el Acuerdo Sykes-Picot (1916). Las potencias sabían que jamás lograrían controlar a los territorios árabes mientras los nacionalistas con los que había hecho tratos siguieran vivos, por lo que al escapar de Beirut bajo amenaza de los otomanos, los miembros del congreso francés fingieron haber olvidado la correspondencia que mantenían con los activistas como prueba de la alianza. Sin embargo, no todos los documentos fueron exhibidos. Los franceses se aseguraron de únicamente dejar las cartas dirigidas hacia ellos por parte de los nacionalistas, quemando el resto de la evidencia.

Al encontrar los documentos Jamal Pasha acusó a los nacionalistas de traición contra el estado, por lo que  el 6 de Mayo de 1916 ejecutó públicamente a 21 intelectuales árabes (involucrados en el movimiento) de manera simultánea en Beirut y Damasco. Dentro de las víctimas se encontraban políticos, aristócratas, abogados y sobre todo periodistas o editores de periódicos de izquierda. Desde entonces ésta fecha es conmemorada en ambos países como “el Día de los Mártires”.

Durante las Protestas de Octubre (2019) se levantó un puño en la Plaza de los Mártires como símbolo del movimiento político actual, al que la población ha llamado Thawra (“Revolución” en Árabe)

Un Símbolo de Unión

Antes de las tragedias del siglo XX, en 1878 Al Burj fue modernizada por una iniciativa del gobierno. Abriendo elegantes hoteles y restaurante se esperaba reavivar el centro de la ciudad. Cerca de la plaza también se encontraba el edificio de gobierno de Beirut, el Petit Sera. Sin embargo, su importancia sobresalió en 1931 por conmemorar a los mártires de 1916. Más tarde, la zona sería remodelada en 1950, pues siempre ha representado el corazón de la ciudad, y adquiriría el icónico Monumento de los Mártires en 1960.

Además de un símbolo de la injusticia y la lucha por la libertad del país, la Plaza de los Mártires también tiene un potente mensaje de unión para la gente de Líbano. Especialmente porque durante la guerra civil (1975 – 1990) éste sitio sirvió como punto medio para dividir Beirut entre Este y Oeste. Con el fin del conflicto, la plaza fue restaurada y ahora es tomada una vez más por los protestantes del movimiento político Thawra que buscan eliminar por completo las diferencias teopolíticas, que han quedado como rastro de la guerra civil, en busca de una nación realmente soberana y tolerante.

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