El peyote en el mercado negro

Desde hace 25 años se ha dado un constante saqueo al peyote en estados del norte de México y estados del sur de Estados Unidos. Esto se da por el flujo del mercado negro que encuentra esta planta como solo un alucinógeno. La dinámica ha puesto en riesgo el futuro del peyote gracias al cultivo mal ejecutado y que es a gran escala.
Los Wixárika son los únicos en México que tienen autorización legal de portar y consumir el peyote porque es considerado parte esencial de su cultura. A través de su consumo, pueden conectar de manera directa con los dioses, obtener sus consejos y encontrarse con la Ruta de Wirikuta, equivalente a un libro “en donde reside todo el conocimiento” (Wixárika, un pueblo en comunicación). Pese a sus esfuerzos de cuidar el peyote, tal como la ejecución del plan de cuidar la Ruta de Wirikuta, que comprende 140 mil 211.85 hectáreas y 138.78 kilómetros de municipios como Real de Catorce, Charcas, Vanegas, Villa de la Paz, y Villa de Ramos, declarados Área Natural Protegida desde el año 2000 a petición de la comunidad Wixárika, la planta sagrada desaparece poco a poco.
Esto se da por la nula vigilancia a los terrenos, la falta de ética de las personas quienes han explotado a la planta por la demanda turística, quienes buscan una experiencia espiritual (arrancan la planta del suelo como si fueran tomate cuando en realidad solo se debería de cortar la cabeza), y el saqueo dado por personas externas a la comunidad que extraen la lanata para luego venderla en el extranjero, países europeos y asiáticos principalmente.
Aunque existen leyes de protección nacionales e internacionales a favor del cuidado del peyote, una de ellas sería la pena mínima por posesión de la planta es de 4 años, y múltiples denuncias presentadas por la Procuraduría Federal para la Protección al Ambiente (Profepa) desde el 2009 a 41 personas, no habido ninguna sentencia. Todes les culpables han salido bajo fianza por tener penas de 3 años.
Un factor importante para la impunidad de este delito, en palabras del activista mexicano Pedro Nájera, es que los mismos policías no pueden reconocer entre un cactus y el peyote, y si llegan a reconocer la diferencia el portador puede excusarse de que solo lo tiene de colección.
“Solicitamos a la Semarnat que de acuerdo a la revisión periódica de la NOM-059, cambien el estatus del peyote de Protección especial, a en Peligro de Extinción, presentando evidencia de la disminución drástica de su población que la puesto en riesgo.” declaró Nájera.
También agregó el activista mexicano al referirse al cuerpo policiaco:
“La Profepa debería capacitarlos al menos en cuáles son las especies que se trafican, pero no hay un manual de procedimiento, y la entidad tiene poco personal para investigar.”