Opinión – Unas gotas de la “cultura de agua” en Asia: fiestas, leyendas y frases

Cada época del año es un nuevo tomo de mitos que abre el tiempo. Historias para los vivos sobre los que vivieron, milagros y criaturas de tiempos remotos en los que se mezcla la realidad con la fantasía. De pueblo en pueblo pasan estas narrativas y con cada paso se van modificando; por cada ruta nacional recorrida se añaden elementos o se dejan atrás fragmentos del cuento.
La deidad de la temporada: los dragones
En medio de la reciente temporada de lluvias destaca la figura del dragón. Enseguida puede venir a la mente la imagen de Mushu, un personaje bastante conocido por ser propenso al humor, ya sea por su curiosa personalidad o por lo irreverente de su vida. Pero hoy no hablo de un “Mushu”, sino de los «Ryujin» o espíritus dragones, considerados antiguamente como guardianes de las aguas y la tempestad. El desarrollo de estas criaturas en el imaginario popular está asociado al budismo y taoísmo, corrientes que datan de los siglos V (budismo) y IV (taoísmo) antes de Cristo.
Los dragones tenían una apariencia de serpientes enormes y eran residentes de las profundidades marina según las creencias japonesas, o habitaban en las montañas según algunos libros budistas. «Ryu-wo», el Rey Dragón el noble, sabio y custodio de los budistas, gobierna a estos seres. Posee un cuerpo humano y lleva una serpiente en su corona. El Ryūjin Shinkō (竜神信仰) o la “fe en el dios dragón” está fuertemente vinculada con los rituales agrícolas, los de primavera o los realizados a lo largo de la época lluviosa. En China, la primavera coincide con el empezar de la temporada de lluvias (que se extiende desde finales de febrero hasta septiembre). A diferencia de la distribución de las estaciones de Japón, donde Tsuyu o la época de lluvias es de junio a julio. En los rituales que se realizan por esas fechas se pide por lluvias que favorecen las cosechas y por la buena pesca.
Estas criaturas viperinas, de imponente carácter, fueron domadas varias veces por los humanos. La fuerza permitió a algunos humanos someterlos y así tener control sobre el clima, ya fuera para aumentar las escasas precipitaciones, detener los diluvios o aquietar el embravecido mar. Como Kay anda descontrolado, nos vendría bien un «Hombre la montaña» que ayudara a ponerlo en regla. Los llamados «los Hombres de las Montañas», Hsien (en chino) o Seinen (en japonés) eran aquellos sabios budistas que vivían en plena conexión con la naturaleza. Se creía que incluso eran capaces de realizar hazañas sobrenaturales como volar, caminar sobre las aguas, convertir objetos y maravillas semejantes. Ikkaku Sennin, el «Unicornio» fue un Sennin, según cuenta el mito se enfrentó a la tribu de los Dragones y los encerró a todos en una cueva.
…Como resultado de ello no llovió más, porque la lluvia era controlada por los Dragones, y toda la tierra padeció una espantosa sequía. El rey de la tierra, Benares, se enteró de la causa de tal calamidad e ideó una estratagema para tentar al poderoso Sennin y así liberar a los Dragones. A tal fin, el rey envió a la dama más bella de su corte a la montaña donde vivía el Unicornio. El Sennin quedó tan prendado de la hermosura de la dama que consintió en beber el vino que ella le ofreció. Cuando el Sennin quedó intoxicado perdió todos sus poderes y los Dragones pudieron salir de su encierro. Luego, el Sennin se sobrepuso a su embriaguez y trató de luchar contra sus enemigos. Pero era tarde. Los dragones huyeron hacia el cielo y la lluvia se abatió sobre la tierra a torrentes. Así triunfó el plan del rey y la tierra se refrescó.
En otras ocasiones la astucia fue lo que permitió engañar a los dragones, como el caso de Susa-no-wo, el dios de las Tormenta, también conocido como la «Deidad de impetuosa rapidez», quien venció al dragón de ocho cabezas, salvando a una joven de ser sacrificada:
Cuando [Susano] caminaba junto al río Hi, el dios de las Tormentas halló a una pareja que lloraba de dolor. Su única hija, la Maravillosa Princesa Inada, iba a ser sacrificada a un dragón que todos los años exigía una doncella. Susa-no-wo acompañó a la joven al lugar del sacrificio en la zona superior del río. Apareció el dragón y bebió todo el sake preparado para él y luego atacó a la joven, pero el valiente dios de las Tormentas lo despedazó
Los dragones y sus parientes son venerados en templos cerca del mar o se les hace ofrecimientos a orillas de los lagos y costas. Aunque no las únicas deidades capaces de manipular el tiempo. La Dama Florida, Tatsuta-hime (princesa Tatsuta) es la diosa del viento y el clima, a ella se le ofrendaba un caballo blanco para que cayera agua del cielo, y un caballo negro para que la lluvia se detuviera. La Dama Florida es Tatsuta-hime, «La Dama que teje el brocado». Otra diosa es «Saho-yama-hime», genio de la primavera.
La famosa leyenda de Buda y el río
Cómo hablar de agua, Asia y budismo, sin mencionar la historia de Gautama Buda y Ananda. En tiempos de crisis, desastres o infortunios esta historia viene bien al alma. Un día, cuando caminaban por una región montañosa bajo el Sol, Gautama Buda ya mayor le dice a su discípulo. -Ananda, estoy sediento. Cuando atravesamos las montañas, pasamos por un arroyo. ¿Puedes retroceder el camino y traerme un poco de agua?- Ananda va, pero al llegar al arroyo se percata que el agua estaba turbia, unas carretas acababan de atravesar el río revolviéndolo todo. Como no podía llevarle esa agua regresó con Buda confiado en que había un sitio para beber un poco más adelante. A lo que Buda le pidió que volviera nuevamente.
Ananda molesto le dijo lo que había pasado. Buda le respondió: -Ve y siéntate en la orilla, lleve el tiempo que lleve. Ve y siéntate. No te metas en la corriente, porque si te metes en ella, la ensuciarás de nuevo. Simplemente espera, observa y no hagas nada. Esas hojas muertas desaparecerán, el barro se asentará. Entonces, llena mi cuenco y regresa-. Ananda regresó al río y se sentó a esperar como le había dicho su maestro. Esperando, pudo ver como poco a poco el barro se asentaba y el agua se tornaba clara y pura. A su retorno el discípulo había entendido el mensaje. “Ananda, no te metas en el río, no sigas la corriente de tu mente, espera en la orilla y simplemente observa. La naturaleza verdadera de tu mente es esa claridad cristalina, ensuciada por pensamientos y emociones pasajeros.”
Algunos proverbios para empaparse
La suprema bondad es como el agua. El agua todo lo favorece y a nada combate.
Un huracán no dura toda la mañana. Un aguacero no dura todo el día. ¿Quién hace estas cosas? El cielo y la tierra. Si las cosas del cielo y la tierra no pueden durar eternamente, ¿cómo son las cosas del hombre?
Nada en el mundo es más blando y débil que el agua; Mas ¡no hay nada como el agua para erosionar lo duro y lo fuerte!, pues nada puede reemplazarla. Que lo débil venza a lo fuerte y lo blando venza a lo duro, es algo que todos conocen, pero que nadie practica.
El agua hace flotar el barco, pero también puede hundirlo.
El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos.
El tiempo discurre como el río, no vuelve.
El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, más luego se clarifica.
“Celebraciones acuosas”
Entre las celebraciones asociadas al agua, se encuentra el festival de Loy Krathong en Tailandia, que celebra el final de la época de lluvias. Momento en que se rinde tributo a la diosa de las aguas con las famosas mini barcas de hojas que se colocan en los ríos. Estas mini embarcaciones reciben el nombre de «Krathong» y son pequeñas cestas elaboradas con hojas de banano, en donde son colocadas ofrendas tales como: flores de loto, inciensos, monedas, velas, entre otros. Las pequeñas cestas son arrastradas por la corriente y las velas encendidas dan lugar a un impresionante espectáculo que por su ondulante movimiento da la apariencia de serpientes que viajan por el río.
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Esta entrada forma parte de «Qahwa Chai», una columna de Oriente escrita por nuestra periodista Aby Diago Monzón.
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