Opinión – ¿Desde donde vemos oriente?: propaganda y los medios de comunicación

Desde la muerte de la Reina Isabel II muchas discusiones han surgido alrededor de la necesidad que hay de celebrar su vida y el legado que ha dejado su familia. Si se ve desde la perspectiva histórica, la corona británica ha sido uno de los principales catalizadores dentro de los numerosos problemas económicos y sociales presentes en el Sur Global, pero al escuchar esto inmediatamente muchas personas saltaran en su defensa, incluso abogando desde posiciones feministas y pro-derechos humanos, cosa que nos lleva a preguntarnos ¿hasta dónde puede llegar un líder político occidental para que merezca crítica legitima?, ¿hasta donde llega el patriotismo y donde empieza la propaganda ciega?, ¿Por qué occidente sí y los demás no?.
La respuesta corta es que si el líder político occidental no es el que está haciendo la violencia directamente, su participación, posición y responsabilidad puede ser debatida. Es una visión curiosa que comúnmente tenemos en occidente que puede rastrearse hasta nuestras religiones más representativas y su ideal del mal absoluto y el bien absoluto que poseen, hasta nuestro bias racial que nos impulsa a identificarnos más fácilmente hacia personas occidentales o que se comunican de forma aceptable dentro del estándar occidental. La respuesta larga, evidentemente es más complicada.
Imaginemos por un momento que todos los preparativos, celebraciones y espacio proporcionado por los medios utilizados para la reina Isabel II se usarán en un líder político Iraní, Norcoreano, Chino o Cubano. Los medios occidentales inmediatamente indagarían en el precio de todo, sin dejar de remarcar que seguramente se utilizó dinero público, se hablaría de la vida poco pública y hermética que gira entorno a los familiares de el o la fallecida, al igual que se remarcarían sus polémicas más populares y no se dejaría de remarcar lo tenebroso y poco conocido que es su país y su gente. Todas estas características también las posee el funeral de la Reina Isabel pero parece que todo el mundo— o al menos los que la ven como una figura positiva — consideraría que es muy inapropiado de comentar durante su funeral e incluso después, ya que se estaría hablando mal de una persona muerta. ¿De donde nace esta necesidad de defender a un líder político?, ¿de donde nace el patriotismo?.
Muchos filósofos han tratado de darle forma a este concepto tan abstracto; patriotismo, la madre patria, la tierra que se debe de defender de enemigos tanto externos como internos. Según Zaria Gorvett, profesora de Historia y Política de la Universidad de Westminster en Reino Unido para BBC: “Si lo piensas bien, todos los estados son construcciones artificiales. Solo funcionan porque la gente tiene cierto sentido de identificación con ellos”. Detrás de este sentimiento de etnocentrismo no hay ninguna lógica. No hay coherencia de porque el patriotismo en un país están bien mientras que en otros no, aunque más que nada, la respuesta a esto también seria la propaganda.
Desde la época del Orientalismo (para más información se encuentra el siguiente articulo: https://apalancado.com.mx/2022/09/10/mercantilizado-la-espiritualidad-las-filosofias-y-religiones-de-oriente/ , de la Guerra del Opio, desde las intervenciones en America Latina y Africa hasta las guerras en Medio Oriente, de alguna forma siempre se han tenido que justificar las guerras y los males que ellas crean. Durante las guerras del Opio se veían a los chinos como seres brutos e inferiores a los británicos, incapaces de gobernarse a ellos mismos, y lo mismo pasó con otros países Asiáticos, con América Latina, con Medio Oriente y África
Occidente, desde su posición de juez y verdugo, puede decir “no soy yo y por ende está mal y debe acabar” y después su público debe de pensar que todas estas guerras están justificadas porque amenazan su modo de vida perfecto y únicamente viable. Para occidente es imposible imaginarse simpatizando con un público no occidental, al igual que se les hace imposible entender cuando no simpatizamos con ellos.
Cuando agrandamos el patriotismo occidental (incluso cuando tienen un largo pasado de supremacía blanca, imperialismo y colonialismo) pero catalogamos los mismos comportamientos en “nuestros enemigos” históricos solo demuestra hasta donde la propaganda ha llegado a nuestra conciencia colectiva. La conmemoración de las historias de los países individuales debería de ser un derecho obvio, al igual que debemos de tener contexto y un amplio conocimiento para entender cuando un nacionalismo propicia problemas sociales y cuando es solo parte de una celebración importante para su gente.