Opinión – La “crisis” a los ojos de Oriente

Aguantamos el frío del Ártico, el calor del Trópico
Aguantamos con anticuerpos los virus microscópicos
Aguantamos las tormentas, huracanes y el mal clima
Aguantamos Nagasaki, aguantamos Hiroshima
Calle 13 – “El Aguante”
La crisis es como un programa que corre en el segundo plano de la vida. Ocurre minuto a minuto, aunque el hecho de su indudable presencia no hace de la vida una tragedia. Ante el paso de varios fenómenos atmosféricos la palabra crisis comienza a resonar con más fuerza y hacer eco en diversas naciones. Toda problemática tiene en su constitución dos elementos básicos: cómo se percibe el problema y qué se va a hacer al respecto. En ocasiones salirse de la perspectiva propia ayuda a ver con mayor claridad o al menos con otros ojos las situaciones que la vida nos presenta. Puede ser que “otros ojos” vean cosas diferentes o perciban con mayor claridad lo que los nuestros ven borroso.
El ojo de Asia tiene una visión de oportunidades
En cuestión de definiciones hay una similitud entre dos grandes culturas, la china y la hindú, ambas tienen en común una perspectiva de potencialidad, de posibilidad de cambio y evolución. “Crisis” en chino se traduce como «Wei Ji», palabra conformada por dos caracteres: «Wei» que significa peligro y «Ji» que significa oportunidad. Para la cultura hindú cuando se presenta una complicación es momento de perfeccionamiento. Las soluciones que aplican cada una de estas regiones ante los conflictos son derivadas de su percepción e incorporan elementos particulares de su historia y sus tradiciones.
En el caso de la cultura China hago alusión a dos autores clásicos Sun Tzu y Lao Tse. En el Arte de la Guerra, Sun Tzu ve la solución en la previsión y la planificación. Estudiar el campo y ganar la batalla de la no materia antes que la de la materia; es decir, pelear primero la batalla de la mente, de la estrategia y luego la batalla real. En el Tao Te King de Lao Tse menciona “Nada en el mundo es más blando y débil que el agua; Mas ¡no hay nada como el agua para erosionar lo duro y lo fuerte!, pues nada puede reemplazarla. Que lo débil venza a lo fuerte y lo blando venza a lo duro, es algo que todos conocen pero que nadie practica.”
Por su parte, la India tiene proposiciones igualmente interesantes. Los Rajput fueron un antiguo imperio del centro-norte de este país, que anteriormente también incluía porciones de lo que hoy es el este de Pakistán. Este imperio resistió muchas guerras, bajo el símbolo del león sostuvieron el estandarte del orgullo y el honor como los valores más preciados, por ello ante la adversidad podían perder todo menos estos dos principios. El budismo toma otro camino. Está más centrado en el alcance de la paz y la felicidad. Dice el refrán: “Ojo por ojo y todos estaremos ciegos”. Para este grupo la verdadera paz reside en el interior del ser. “El cambio verdadero viene de dentro. Deja lo de afuera como está”. La tragedia es utilizada como una fuente de fuerza y sabiduría, por ese motivo “Cuando pierdas, no pierdas la lección”. Optan por la calma ante los conflictos, actitud que se manifiesta en la paciencia y el control. En la historia de Buda y Anaanda, el maestro Buda manda a su discípulo Ananda por agua al río, pero cuando este va el agua se encontraba agitada y turbia. A lo que Buda le sugiere sentarse a la orilla de las aguas revueltas y esperar que se calme la corriente. El agua se iría aclarando y así podría tomar agua limpia. Esta simple historia guarda una enseñanza valiosa: no sigas la corriente de tu mente, observa con paciencia las aguas revueltas (emociones, pensamientos, situaciones) y espera que se calmen; ya que si tratas de tomar agua de ahí solo revolverás el río y el agua que extraigas será turbia. Ante la dificultad se sugiere la calma, no la pasividad. “El éxito requiere esfuerzo”, refrán en que coinciden con el pensamiento de la tribu Akan, de Ghana.
El ojo del Medio Oriente ve cómo el poder de las palabras a veces desafía lo inevitable
En la novela popularmente conocida como Las mil y una noches (Alf Layla wa Layla que en árabe que significa «Mil noches y una noche» o Hazār- o yak shab en persa) se habla una y otra vez sobre cómo la inteligencia permitió los personajes salir de los conflictos. Sherezada le hacía cuentos interminables al rey Schahriar para evitar ser asesinada por él a la mañana siguiente. En sus historias hablaba de campesinos, pescadores hasta príncipes que se libraron de la muerte y los castigos de los caprichosos efrit (espíritu similar a un genio) por medio del diálogo. En la primera noche le cuenta la historia del mercader y el efrit. En ella se encuentra el mercader que aceptó lo inevitable y espera su muerte a manos del efrit y los tres jeiques que quieren salvarlo y negocian con el efrit en favor del mercader. Cada uno le contaría una historia y si al efrit le parecía lo suficientemente interesante este le cedería un tercio de la vida del mercader. Cada uno cuenta su historia y todos logran su cometido, adquiriendo entre los tres la vida del mercader, salvándolo de la muerte. Este no es un ejemplo práctico, pero refleja a través de los mitos populares el poder de las palabras.
La versión de Maugham Cita en Samarra es un cuento corto derivado (sin reconocerlo explícitamente) de una historia de la tradición sufí recopilada en Hikayati-i-Naqshia. La historia se refiere de forma risible al concepto de lo inevitable. Existen varias versiones: Cita en Samarcanda, Cuando la muerte vino a Bagdad, entre otras; del mismo modo que hay historias similares en la tradición talmúdica. En este sentido emplearé Cita en Samarra. Un mercader manda a su sirviente al mercado en busca de provisiones. El sirviente regresa temblando, diciendo que había visto a una mujer: la muerte, quien lo había mirado con gesto amenazante. Acto seguido le pidió de favor al amo que le prestara un caballo para irse bien lejos. Iría a Samarra donde ella no pudiera encontrarlo. Él accede y el sirviente se va rápidamente. El mercader se dirige al mercado y al encontrarse también con la muerte le pregunta por qué le hizo tal gesto a su sirviente esa mañana. La muerte le responde que no fue un gesto aterrador, simplemente estaba sorprendida de verlo en Bagdad porque tenía una cita con él esa noche en Samarra.
El ojo de África distingue entre lo que se debe aceptar y lo que vale la pena defender
África es un continente de fuerte tradición oral. Lleno de cuentos y refranes populares desarrollados en el contexto de culturas gregarias. “Un solo dedo no puede recoger un grano del suelo” dice el proverbio de los Malinké/Bámbaras de Malí. Honrando el estilo africano, qué mejor que frases para hablar de su interpretación de la crisis. De los Akan de Ghana traigo cuatro dichos:
- “No protestes contra lo inevitable”
- “Una causa meritoria debe ser perseguida hasta el final”
- “Nada bueno se obtiene sin esfuerzos”
- “Es poco sabio rehusar la ayuda que uno necesita”
Hay una línea entre lo inalterable (que por ende debe ser aceptado), y lo alterable. En presencia de lo alterable queda a criterio propio si luchar o no por ello. Esto delimita las fronteras entre el esfuerzo y la resignación. Otra de las ideas de la sabiduría oral africana es que hay instrumentos más efectivos que la fuerza.
“Vale más una pequeña habilidad que mucha fuerza”
etnia Amhárica al noroeste de Etiopía
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Esta entrada forma parte de «Qahwa Chai», una columna de Oriente escrita por nuestra periodista Aby Diago Monzón.
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