9 de diciembre de 2023

Apalancado

Lo más coherente e incoherente del mundo

Especial del mes del miedo: el sentō de los espíritus

Noche sin luna. La tempestad estruja, añosos cedros.

Fragmento de “En el Santuario de Isé”, haiku de Matsuo Basho.

El miedo no entiende de barreras, de fronteras, es algo que nos une. La incertidumbre, la duda, el qué viene después, lo desconocido, lo que no se puede comprender con la lógica, son elementos que nos hermanan como humanos. El folclore japonés está plagado de leyendas que hacen referencias a un amplio panteón de criaturas y espíritus de carácter positivo y negativo, enunciadas como yōkai. Masaharu Anekasi explica que hay cuatro etapas superiores del budismo, habitantes de los paraísos; además existen otras cuatro categorías. Los «elevas» que viven en los cielos. Una posición más abajo están los humanos que se pueden convertir en fantasmas atormentados por el hambre y la sed perpetua denominados «gakis». La siguiente clase son los «asuras» inundados por la venganza, la furia o la arrogancia, suelen ser personalidades renacidas de guerreros muertos en combate. Y al final de la escala están los «naraka», residentes de las regiones infernales, entes tan sombríos que rara vez pisan el mundo; a excepción de los «onis» que con frecuencia son mencionados. Masaharu hace otra clasificación cuando define a estos espíritus en dos categorías básicas: “fantasmas, puros y simples, o formas deterioradas de almas humanas errantes”. Octubre es el mes ideal para una estancia compartida con los yōkai al estilo de las casas de baño tradicionales. Para congeniar con los seres sobrenaturales. Quienes hayan visto El Viaje de Chihiro podrán hacerse fácilmente la idea.

En una rama

desnuda, está posado un cuervo

tarde en otoño.

Matsuo Basho

El Tengu (天狗) es una de las criaturas más conocidas. Abundan las leyendas sobre este siniestro personaje. Generalmente habita en las montañas, es rojizo, de mirada iracunda, nariz larga y dotado de alas. Su barba y su cabello son blancos. Cuentan las voces que estos espíritus de aire pueden controlar el viento e invocar las lluvias, en caso de hacerlos enfadar pueden causar tempestades. Los Tengu son naraka que usualmente conviven en grupos. El jefe tengu lleva un ropaje rojo parecido al de un obispo, y porta una pequeña corona como el de un sacerdote montañés, sosteniendo en la mano derecha un abanico hecho de plumas. Su enorme nariz simboliza el orgullo y la arrogancia que caracteriza a esta especie. Los tengus inferiores tienen por boca algo similar al pico de un ave y poseen pequeñas alas. Son espíritus de guerreros y sacerdotes. Atacan por odio o por deseo. Los tres siglos posteriores al XIV fueron períodos de intensas guerras que dieron pie a la proliferación de estas supersticiones y la obsesión con estas leyendas.

Yamauba (山姥), la Anciana de la Montaña, representa a las mujeres viudas de varias regiones que quedaban aisladas de la sociedad cuando morían sus esposos. Se le atribuyen rasgos macabros; según Kenji Murakami, la Yamauba es de gran estatura, con una gran boca que se extiende hasta las orejas. Se dice que ataca a las personas que entran a la montaña y las devora. Aunque en ocasiones va a las casas y ayuda a las personas.

El Kappa (河童), también conocido como «kawatarõ» es toda una celebridad entre los monstruos acuáticos de Japón. Es de color verde y tiene ancas de rana. Sobre su cabeza posee una especie de plato con agua. Narra el mito que tira de las piernas de las personas que están en las orillas de los ríos y las arrastra hasta el fondo, ahogándolas. Ryunosuke Akutagawa, uno de los más célebres cuentistas nipones, retoma al personaje en una de sus obras: El kappa (1927). En la modernidad se ha modificado su carácter tétrico: la animación japonesa de 2007, El Verano de Coo, reconstruye la figura del Kappa como un personaje enternecedor.

Yuki-onna (雪女), La Mujer Nieve, es un ser engañoso. Una joven de tez blanca, esbelta, gentil y sumamente atractiva que se aparece en la nieve, ante aquellos que están agotados por luchar contra una tempestad. Los calma y los adormece hasta el punto en que pierden el conocimiento y mueren. En ocasiones la leyenda varía y se casa con un hombre al que termina asesinando.

Las serpientes a menudo son representadas como criaturas malvadas y vengativas en la cultura japonesa. Masaharu en su compilación menciona el siguiente mito: la mujer celosa se asemejará o se convertirá en una serpiente. Trayendo a colación una narración en que una mujer en la persecución de su huidizo amante se transforma en una enorme serpiente al cruzar un río, luego se enrosca y funde una campana de bronce en la que queda escondido el amante infiel. 

Los Oni (鬼) son diablillos de feo aspecto. Emergen del averno para arrastrar a los infieles a lo más bajo y castigar o aterrorizar a las personas. Su figura es humanoide y el color de su cuerpo varía de tonos azules, rosas o grisáceos según Anesaki; o con caras rojas, azules, azules o negras de acuerdo con Dylan Foster. Su cara es aplanada y su ancha boca se extiende de oreja a oreja, como la Yamauba. Tienen tres dedos en las manos y en los pies, con uñas puntiagudas. Ostentan cuernos sobre su cabeza y en ocasiones son descritos luciendo un tercer ojos. Andan semidesnudos cubiertos por piel de tigre.  Suele portar en su mano derecha una vara de hierro provista de púas muy afiladas. Puede andar o volar a su gusto. Disfruta de entrometerse en los asuntos humanos o hacerles maldades. Pero a pesar de su temible imagen y sus cualidades, parte del folclore japonés lo expone como un personaje cómico, objeto de ridiculización por ser fácilmente burlado y engañado por los humanos. Cuenta el mito que algunos onis poseen un mallo milagroso, al que se le pueden pedir deseos y estos se cumplirán. Como el caso de Issun-boshi, El Pulgarcito, quien obtuvo un mallo al derrotar a un oni. La pareja de Issun-boshi pidió que este creciera y le fue concedido, convirtiendo a Pulgarcito en un hombre de buena estatura. 

Los Gaki (餓鬼), o fantasmas hambrientos son una especie espiritual que padecen perpetuamente de hambre y de sed. Y se consumen entre llamas ante cualquier persona que les ofrezca alimento o bebida. Son infelices, se aprecian demacrados, con el vientre anormalmente hinchado y la boca ancha representando sus ansias nunca saciadas. Se agrupan donde hay residuos de comida o bebida. 

El genio del viento, Fu-jin (風神), y el del trueno, Rai-jin (雷神), son parecidos a los onis. El espíritu del viento es azulado y el del trueno es rojo y. El fu-jin lleva consigo un saco gigante, del que salen los vientos. En dependencia de qué tanto abra el saco pueden salir brisas hasta huracanes. El Rai-jin carga con un marco redondo a su espalda, al que están unidos unos pequeños tambores.

Éstos y muchos más seres fueron catalogados por Toriyama Sekien, la primera persona en ilustrar a los yōkai y colocarlos en las páginas de un libro, según Michael Dylan Foster. Sekien los reúne en un formato similar al de las enciclopedias y almanaques del periodo Edo japonés, época donde se apreció un particular desarrollo de las modalidades enciclopédicas de expresión. 

Los yōkai en muchas ocasiones son espíritus locales, ligados al imaginario de pequeñas zonas. Sumado a ello, se les atribuyen nombres y apodos diferentes de una región a otra, lo que complejiza mucho la meta de compilarlos. Cientos siguen sin ser catalogados. Algunos compendios de yōkai son documentos académicos formales, otros son guías creativas e ilustrativas. Dylan menciona el catálogo de Nichibunken, que cuenta con un carácter profesional e incluso está financiado por el gobierno. Murakami Kenji, es otro gran compilador de estas criaturas, agrupándolas bajo el formato de un diccionario de yōkai. Otro de los escritores mencionados es Gazu Hyakkiyagyo, quien los agrupó por similitudes; o Ito- Ryohei que los ordenó basado en su apariencia.

Dylan Foster describe de forma general a estos seres míticos de la siguiente forma: “all these yo-kai possess a certain wildness: they are undomesticated expressions of nature, denizens of a wild territory beyond human agency”.

Esta entrada forma parte de «Qahwa Chai», una columna de Oriente escrita por nuestra periodista Aby Diago Monzón. Les invitamos a dar click en la etiqueta «QahwaChai» para leer más entradas de la misma columna.

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