4 de diciembre de 2023

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Opinión – ¿Acción real o hipocresía ambiental?: Descubre qué acciones realmente marcan la diferencia en la lucha contra el daño al planeta

La crisis climática y la contaminación ambiental se han vuelto un desafío urgente que enfrenta nuestro planeta, además de una de las mayores amenazas que enfrentamos en la actualidad. 

El deshielo en los polos, la contaminación de ríos, mares y mantos acuíferos, la extinción de especies y el exterminio de recursos naturales ha captado la atención de la comunidad científica y la sociedad en general. A medida que la temperatura de la Tierra aumenta y los impactos se hacen más evidentes, nos damos cuenta de la importancia de nuestras acciones individuales y colectivas para revertir esta tendencia, pues cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia y proteger el medio ambiente. 

Cada minuto, se estima que la cantidad de plástico que llega a los océanos es equiparable al volumen de un camión de basura completo. Esta alarmante realidad se repite año tras año, con hasta 12 millones de toneladas de plástico contaminando nuestros mares y causando serios daños. 

Ante este panorama, en los últimos años, proteger al planeta y adoptar prácticas sostenibles se ha convertido en una especie de moda o tendencia en la sociedad. Cada vez más personas están mostrando interés por reducir su impacto ambiental, utilizar productos ecológicos y apoyar a marcas y empresas que promueven la sostenibilidad y son libres de crueldad animal.

Ante el apoyo que muestra la sociedad por cuidar el medio ambiente muchas empresas han desarrollado alternativas más “sostenibles” con el fin de apoyar iniciativas para reducir o eliminar por completo los plásticos de un solo uso, como bolsas y envases, reemplazandolos con materiales biodegradables. 

No, los popotes biodegradables no son ecológicos

Un claro ejemplo de esto es la campaña antipopotes que dio la vuelta al mundo, esta iniciativa pretendía eliminar el uso de uno de los más grandes contaminantes de los mares. 

Ante ello, las empresas desarrollaron una “solución”: Los popotes biodegradables. 

La creación de los popotes biodegradables tiene muchos “asegunes” que deben ser tomados en cuenta, el primero de ellos es que de nada sirve que un grupo limitado de personas deje de utilizar popotes, pero sí consuma otros productos hechos de plástico. 

El segundo es el impacto ambiental que conlleva producir popotes biodegradables. Los popotes biodegradables están compuestos de una mezcla orgánica que puede estar hecha a partir de agave, semillas, aguacate, papel, bambú y algunos otros compuestos, sin embargo, realizar popotes biodegradables incluye utilizar muchos recursos naturales, algunos de los cuales no son renovables y de todas formas siguen siendo una fuente de contaminación. 

Hablemos del caso del fabricante mexicano que hace popotes de aguacate que se degradan en 8 meses. 

Biofase es una firma que fabrica popotes y otros utensilios como tenedores, cucharas y cuchillos a partir de biopolímeros hechos de semilla de aguacate. La empresa tiene tres plantas ubicadas en el estado de Michoacán y manufactura entre 300 y 400 toneladas de cubiertos y popotes al año. 

Aunque en México cada vez se usan más biopolímeros, la mayor demanda de la empresa viene del extranjero, pues alrededor del 80% de la producción de esta empresa se exporta a otros países como Estados Unidos, España, Reino Unido y una parte de Centroamérica. 

Si bien, el uso de plásticos biodegradables o biopolímeros es una alternativa más “amigable” con el medio ambiente, la realidad es que no es una solución al problema de contaminación de los mares. 

Miguel Rivas, coordinador de la campaña de océanos de GreenPeace México le concedió una entrevista a Verne donde afirma que la iniciativa tiene un trasfondo positivo, sin embargo, los utensilios hechos a base de compuestos orgánicos siguen siendo una fuente importante de contaminación. 

“Digamos que es un tipo de contaminante más eco-friendly porque duran menos tiempo en el ambiente, pero sigue fomentando el consumo de un solo uso”, dice Rivas durante la entrevista. “Lo que debemos plantearnos es si realmente necesitamos usar un popote. La respuesta es no, no lo necesitamos”, comenta.

Según datos de Greenpeace, alrededor de mil millones de toneladas de bioplástico a nivel mundial no son usados por personas, sino que se fabrican como materiales de embalaje o empaques industriales. “Aunque se promueven como alternativas sustentables a los plásticos convencionales, los bioplásticos pueden contaminar tanto como lo hacen los demás plásticos”, afirma el coordinador de la campaña océanos. “No estamos en contra, pero es mejor no usarlos”.

La realidad es que la forma de vida de los seres humanos siempre incluye la creación de desperdicios. Solo hay que pensarlo, ¿podemos crear o hacer algo sin que eso implique generar un desperdicio de manera directa o indirecta? 

El problema actual de la contaminación no se reduce únicamente a los popotes, sino a que nuestra existencia en sí genera un impacto ecológico. 

Ahora hablemos de otra moda que busca “cuidar” el planeta: cosméticos naturales o veganos que “no dañan el medio ambiente” y además no promueven el maltrato animal siendo “cruelty free”. 

Como sabemos, la cosmética es una de las principales industrias que se relaciona con la crueldad animal y la contaminación al planeta, debido a esto, muchas empresas comenzaron a realizar productos veganos, que “cuidan el ambiente” y están “libres de crueldad animal” pero ¿qué significa esto?

Primero hablemos sobre los productos veganos. A través de las campañas comerciales de estos productos, las empresas han hecho a los consumidores relacionar la palabra “vegano” con “biodegradable” o “sostenible” y esto no necesariamente es así. Si tenemos un producto elaborado en su mayoría con plásticos, técnicamente podría considerarse como vegano, aunque no sea biodegradable. 

También hay que destacar que no todos los productos vegetales son respetuosos con el medio ambiente. En muchas ocasiones, para obtener estos vegetales es necesario utilizar productos contaminantes e incluso, eliminar o destruir el hábitat de múltiples especies de plantas y animales. 

Ahora hablemos sobre los productos “cruelty free” o libres de crueldad animal.

A partir de múltiples campañas de concientización sobre el testeo en animales, muchos consumidores comenzaron a preocuparse por adquirir información sobre si ese producto se testeaba en animales antes de comprarlo, debido a ello, muchas marcas comenzaron a colocar en sus productos una leyenda que decía “libre de crueldad animal”, sin embargo, hay que tener en cuenta que esta simple afirmación no garantiza su veracidad.

Existen múltiples listados que aseguran que ni los ingredientes ni el producto final de una marca ha sido testeado en animales, dichos listados están hechos ONG’S especializadas que realizan un trabajo de investigación sobre la marca y firman un contrato ante un notario donde se afirma que el producto es “libre de crueldad” animal. El hecho de que una marca ingrese en una lista requiere un trabajo detallado y muy cuidadoso, pues es un acto que compromete legalmente a toda una empresa. 

En la actualidad, el tema ha dado lugar a diversos cuestionamientos y ha surgido cierta confusión en relación con los listados disponibles en internet. Estos listados, que no siempre provienen de organizaciones especializadas, han generado interpretaciones variadas sobre las prácticas de las marcas. Ante la existencia de vacíos legales, la responsabilidad final recae en el consumidor, por ello es importante saber cuáles son las organizaciones que realmente pueden brindar la certificación que afirma que el producto es libre de testeo animal.

Entonces, ¿cómo aseguramos que un producto realmente no haya sido testeado en animales?

Lo mejor es recurrir a los datos entregados por los listados de organizaciones especializadas o buscar en el producto el sello distintivo de la organización, aunque hay que tomar en cuenta que existen marcas que colocan en sus productos sellos organizaciones que no son del todo confiables. Además, es importante destacar que algunas marcas inscritas en estos listados pueden no mostrar los logos de las ONGs, pero su presencia en las páginas web de estas instituciones puede ser una indicación confiable. 

¿Qué organizaciones podemos revisar?

  • PETA
  • Leaping bunny
  • Choose Cruelty-Free (CCF)

Ahora, hay otro dato importante que destacar y es que, estas certificaciones únicamente garantizan que no hubo testeo en animales, pero no garantizan que no hubo crueldad animal durante su proceso. 

Esto sucede debido a que las leyes consideran un producto “cruelty-free” si no se probó en animales, pero no toman en cuenta procesos como la extracción de la cera de abejas, la obtención de lanolina o la extracción de pigmentos rojos de la chinchilla granate, entre muchos otros. Si realmente quieres que tus productos estén libres de crueldad animal, también deben ser veganos, pues esto garantiza que no se utiliza ningún compuesto de origen animal en su elaboración. 

Después de realizar este análisis acerca de todas las acciones que aparentemente podrían ayudar al planeta, pero que en realidad pueden causar daños ambientales, debemos cuestionarnos:

¿Qué podemos hacer para evitar seguir cometiendo estos errores? 

La solución al problema es realmente complicada, quizá una forma de ayudar a reducir el daño que le causamos al planeta implique alentar a la sociedad a informarse con el fin de convertirnos en consumidores responsables y prescindir de aquello que no es necesario, de elegir productos a conciencia conociendo su método de producción y origen para orillar a las marcas a ser más responsables con el medio ambiente y la vida en general.

Tener una vida más austera y consciente en todo sentido podría derivar en poder desprendernos de aquello que no forma parte de nuestras necesidades y a la par, buscar alternativas más sostenibles y amigables con el medio ambiente para aquello que sí o sí necesitamos. 

De igual forma es necesario exigir a las grandes empresas una mayor responsabilidad ambiental, que implementen protocolos para disminuir su huella ecológica y de desperdicios. Por otro lado, es imprescindible impulsar la investigación dirigida a la descomposición de residuos, de esta forma, además de que se deja de producir basura a gran escala, también se intenta eliminar la que ya existe en el planeta.

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