El debate de la muerte digna: Eutanasia y Suicidio Asistido

La controversia alrededor de la eutanasia y el suicidio asistido es grande, pues estos temas han abierto el paso a debates éticos, médicos y legales alrededor del mundo.
Tanto la eutanasia como el suicidio asistido son prácticas que involucran la toma de decisiones fundamentales en el final de la vida y generan preguntas profundas y debatibles sobre la autonomía de cada individuo y cuál es el rol de los profesionales de la salud y las leyes sobre las que nos regimos, especialmente en aquellas que regulan la vida y la muerte.
En la actualidad, los avances médicos han permitido que las personas con edades muy avanzadas y pacientes con enfermedades crónico-degenerativas sobrevivan durante muchos años e incluso durante este tiempo sufran muchísimo, ya sea por intenso dolor o la pérdida en su calidad de vida. Ahí es donde debemos cuestionarnos si realmente vale la pena seguir viviendo y sufriendo o buscar una muerte digna.
Las alternativas para una muerte digna abordan distintos aspectos médicos. Entre estas se incluyen los cuidados paliativos, la voluntad anticipada (VA), la eutanasia y la muerte medicamente asistida, cada una considerada en el contexto en el que podrían aplicarse.
En el caso de la eutanasia, es un profesional sanitario quien se encarga de provocar la muerte de la persona al administrar una sustancia o realizar una acción con el objetivo de poner fin a la vida del paciente que lo solicita.
Por otro lado, en el caso del suicidio asistido, el paciente que busca acabar con su vida es quien realiza la acción mientras un profesional de la salud le proporciona los medios para hacerlo, por lo regular se trata de medicamentos letales que la persona debe tomar por cuenta propia.
Volviendo a los criterios médicos relacionados con poner fin a la vida, se consideran acciones como la suspensión de tratamientos no curativos, la limitación del esfuerzo terapéutico y el rechazo del tratamiento, que pueden ser tomados por el médico o la familia.
Los cuidados paliativos son una opción que mejora la calidad de vida de los pacientes al controlar el dolor y otros síntomas, por otro lado, la voluntad anticipada permite a una persona expresar sus deseos de tratamiento en situaciones en las que no puede hacerlo. La mayoría de los pacientes pueden recibir atención digna mediante estas alternativas. Sin embargo, en ocasiones, algunos pacientes deciden adelantar su muerte, ya sea por limitaciones en los cuidados paliativos o porque su enfermedad ya no tiene cura. En esos casos, muchos pacientes llegan a optar por no alimentarse ni hidratarse, o solicitar eutanasia o suicidio asistido, siempre y cuando estén en pleno uso de sus facultades mentales.
El principio ético de autonomía, considerado como un derecho humano universal, plantea la cuestión de la legalización de la eutanasia, ya que está vinculado al derecho fundamental del paciente para tomar decisiones respecto a su propio cuerpo, incluyendo la manera y el momento en que desee poner fin a su vida.
Este principio ético subraya la importancia de respetar la voluntad de las personas en lo que respecta a su atención médica y el manejo de su propia vida. Sin embargo, también está en contra la perspectiva de la medicina tradicional que sostiene que el médico es la única autoridad para determinar lo que es mejor para el paciente, lo que puede entrar en conflicto con los conceptos de justicia y autonomía del paciente. Además, se encuentra la postura religiosa que está profundamente arraigada en gran parte del mundo y que establece que la voluntad de Dios es la única fuente de creación y vida, y solo él tiene el derecho de decidir sobre esta.
La opinión en contra de estos procedimientos considera que su legalización representa una peligrosa tendencia en contra del derecho a la vida, a menudo fundamentada en creencias religiosas o teológicas, como ya mencionamos con anterioridad. Además, algunos profesionales de la salud, sobre todo médicos, sostienen que tanto la eutanasia como el aborto no deberían considerarse actos médicos, ya que atentan contra los principios fundamentales de la medicina.
Por otro lado, quienes están a favor de estos procedimientos argumentan que estas prácticas, sin infringir el derecho a la vida, permiten respetar la voluntad de aquellos que sufren una agonía prolongada y dolorosa, pues, en muchos casos, se trata de una lucha dolorosa por la vida que conlleva sufrimientos insoportables, tanto emocionales como económicos, y que la medicina no puede aliviar ni suprimir. La eutanasia se percibe como una opción compasiva en estos casos y les permite a los pacientes tener una muerte digna.
En el caso de la eutanasia, esta puede clasificada de diversas formas:
Eutanasia Voluntaria: Sucede cuando un individuo competente y con capacidad para tomar decisiones solicita activamente poner fin a su vida, generalmente debido a una enfermedad terminal o un sufrimiento insoportable.
Eutanasia Involuntaria: En este caso, la vida de un paciente es terminada sin su consentimiento explícito, generalmente debido a la incapacidad de comunicar sus deseos. Esto está prohibido en muchos lugares.
Eutanasia no Voluntaria: La eutanasia no voluntaria se lleva a cabo sin el consentimiento del paciente, pero en algunos casos se toma una decisión en su mejor interés, como cuando un paciente está en un estado vegetativo persistente sin posibilidad de recuperación y no ha dejado instrucciones anticipadas.
Eutanasia Activa: En la eutanasia activa, un agente externo, como un médico, administra una sustancia letal para poner fin a la vida del paciente.
Eutanasia Pasiva: La eutanasia pasiva implica la suspensión o la omisión de tratamientos médicos que mantienen con vida al paciente, lo que lleva a su muerte.
Eutanasia Indirecta: En la eutanasia indirecta, se administra un tratamiento médico con el propósito de aliviar el sufrimiento del paciente, pero como efecto secundario, puede acelerar la muerte.
Holanda fue el primer país en legalizar tanto la eutanasia como el suicidio asistido y lo hizo en el 2001. Con el paso de los años, algunos países se fueron uniendo a esta iniciativa, entre ellos están: Países Bajos, Bélgica, Colombia, Luxemburgo y Canadá.
En los últimos años, países como Chile, Portugal, Francia e Irlanda, están promoviendo iniciativas para despenalizar la eutanasia. Sin embargo, en México, se han realizado cambios legales que buscan considerar ilegales las actividades que promuevan la terminación intencional de la vida, aunque la eutanasia aún no está reconocida ante la ley como un fin legal. Por otro lado, la ley mexicana, si reconoce la voluntad anticipada y el derecho del paciente a rechazar tratamientos sin razón terapéutica, además de garantizar el acceso a cuidados paliativos.
El panorama actual destaca la necesidad de proporcionar a las pacientes alternativas para reducir el sufrimiento innecesario y preservar su dignidad. Sin embargo, la legalización de estas prácticas podría dar lugar a actos criminales en casos de pacientes que no han expresado su consentimiento o en situaciones que involucran a niños con discapacidades y personas de la tercera edad.
Bajo este contexto se ponen sobre la mesa los desafíos éticos y legales que deben ser abordados en la sociedad mexicana, que enfrenta un aumento de la esperanza de vida y un incremento en la población de personas mayores con enfermedades crónico-degenerativas, muchas de las cuales causan dolor intenso y mucho sufrimiento en su fase terminal.